31 jul 2012

Mi playa.

Mi playa.
Inmensa playa.
Mis olas.
Infinitas olas.
La encina de Pepi.
Puesta de Sol.
La Luna y su noche.
Es mi playa de verano. Sol que calcina, luz que ciega, bochorno extenuante. El campo se viste de quietud  a las cuatro por la fiebre del rastrojo. Sólo las encinas resisten, insolentes y serenas, dejando una mancha de sombra fresca en medio del bochorno estival. Y tienen sed. Mucha sed. Y sufren. Esperan el frescor otoñal. Pero tienen sed. Todas las encinas tienen sed. Todos los vasos tienen sed. Todos esperamos...



Arena del desierto
soy, desierto de sed.
Oasis es tu boca
donde no he de beber.

Boca: Oasis abierto
a todas las arenas del desierto.

Húmedo punto en medio
de un mundo abrasador
el de tu cuerpo, el tuyo,
que nunca es de los dos.

Cuerpo: pozo cerrado
a quien la sed y el sol han calcinado.
* *
                                 M. Hernández.

5 comentarios:

  1. Me gusta esa playa tan amarilla con ese oleaje. Y la puesta de sol.... sin comentarios, digno de ser visto por todos. La naturaleza en todo su esplendor.

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  2. Me gusta esa puesta de sol, donde dos enamorados se miran y vislumbran su futuro incierto .

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  3. jajaja...¿con que futuro incierto de dos enamorados que se miran en una puesta de Sol? ...si es que con esta crisis las puestas de Sol ya no son lo que eran... ni los enamorados son lo que eran... ni el futuro es lo que era... es que ya nadie vislumbra na de na.

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  4. Sol segundo intento de respuesta, a ver si ahora sé hacerlo.
    Me gusta mucho tu playa con sus olas infinitas que yo diría que más bien son dunas y esa encina tan bien plantá que el paso del tiempo la ha hecho más frondosa y bonita y que me llena de recuerdos. Lo que echo de menos es la tapia...será que a ella le ha llegado también los recortes.

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  5. Ya no hay tapia. Sólo el arroyo que siempre discurrió a su lado...

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